En el marco de Expo Outdoor Santiago 2019, en el parque Padre Hurtado de La Reina, la montañista argentina Popi Spagnuoli expuso sobre su travesía al cerro Aconcagua en temporada invernal. Algo que hoy por hoy, no se ha dado debido al cambio climático y un invierno con pocas lluvias en los Andes Centrales. Fue en aquel evento deportivo donde conversamos con la trasandina para conocer más en profundidad sobre esta osada aventura y así dar vida a un nuevo Testimonio PD.
Camilo Zavala P.
El reloj marca las 15.30 y la temperatura bordea los 35° en Santiago de Chile. Pese al calor, la montañista argentina, Popi Spagnuoli ya está arriba de escenario principal de Expo Outdoor para mostrar a todos los asistentes la gran hazaña de ascender el techo de Sudamérica: el Cerro Aconcagua.
Gran hazaña es el único adjetivo que podemos darle a esta aventura, ya que la trasandina ascendió la montaña de los Andes Centrales en plena temporada invernal, soportando condiciones extremas de temperatura, desafiando constantemente los límites del cuerpo humano y de la naturaleza.
Además, junto a sus amigas Belén Escudero, Anne – France Point y Pato Breuer; comandan el emprendimiento “Mujeres a la cumbre”, una instancia donde proponen empoderar a las mujeres mediante el montañismo y que ya tuvo grandes réditos con la expedición realizada al monte Kilimanjaro (5985 msnm) en Tanzania. La aventura quedó capturada en el documental “Mujeres al Kili”, exhibido en la feria realizada en el parque Padre Hurtado este fin de semana.
Tras terminar la exposición, quisimos conocer en profundidad la expedición de Spagnuoli. Su experiencia como guía profesional de trekking y montaña le permitió a la oriunda de Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, soportar los embates de la Cordillera de los Andes y ser la primera mujer en clavar la bandera albiceleste en el Aconcagua invernal.
Si tuvieras que presentarte ante nuestros lectores, ¿cuál sería tu carta de presentación?
“Soy Popi Spagnuoli. Soy argentina y guía de montaña. Trabajo en la escuela de guías de Mendoza. Hago clases de montañismo y trekking para todas las edades. Tengo un emprendimiento que se llama “Mujeres a la cumbre” donde llevamos mujeres a la montaña”.
¿Cómo nace esta idea de subir el Aconcagua en invierno, donde hay temperaturas bajísimos, poca luz solar y mucho viento blanco?
“Yo soy del sur de la provincia de Buenos Aires. A los 20 años me vine a vivir a la provincia de Mendoza. En todos esos años, tuve la oportunidad de trabajar en el hotel de alta montaña que se llama Plaza de Mulas ubicado en la base del Cerro Aconcagua. Allí conocí un montón de guías y el trabajo mismo de ser guía. También pude convivir con la hostilidad que tienen nuestra Cordillera de Los Andes. Son duras, mucho viento, con climas bastante secos y cumbres muy altas. Con las personas que trabajaban en el hotel, tuve la oportunidad de realizar muchos trabajos en invierno. La expedición surge, porque comenzaron a llegar muchas expediciones europeas que querían entrenarse para subir alguna montaña en los Himalayas, con condiciones bien parecidas a lo que podían llegar a tener aquí. Fui porteando y cocinando de a poco. En invierno no hay mulas, por lo cual nosotros nos llevábamos nuestro equipo más el equipo de la gente. Llevábamos más de 30 kilos desde la entrada del parque. No hay mulas ni servicio de guarda parques en esa fecha”.
En resumidas cuentas, es un montañismo más de corazón.
“Sí, totalmente. Es más romántico, es más de inicio y de estar conectado con la montaña. Es toda una historia. En invierno los días son más cortos y necesitas ahorrar tu energía para generar calor. Nosotros decidimos volver autónomos. Sin clientes. Fuimos en el 2005, dos temporadas después de haber estado trabajando. Pudimos conocer cómo era el equipo y cómo era toda esta movida. En ese año, no había subido ninguna mujer. Hicimos todos los intentos necesarios para poder llegar. Éramos un grupo de guías motivados que nos gusta cargar peso y la altura. Realmente, te tiene que gustar porque sino, la sufrís”.
Pasando directamente a la expedición, ¿Cómo fue el tema de la logística y cómo proyectaban las jornadas a medida que iban subiendo de altitud hasta atacar la cumbre?
“Tuvimos la suerte de tener comunicación con teléfono satelital. Con ello, pudimos ir pidiendo un status de los pronósticos para así ir planificando el ataque a la cumbre. Arrancamos el 1 de julio en pleno invierno. Había nevado mucho. De hecho, desde ese año hasta ahora nunca había nevado de esa manera en el lado argentino. Teníamos un plan de aclimatación de campamento en campamento. Todo esto, depende de cómo va a estar el clima. Tenés que tener una ventana. En el primer intento bajamos por muy mal tiempo, había viento blanco. Luego, hicimos otro intento y allí pudimos llegar a la cumbre”
Cuando ya están llegando a la cumbre, ¿cómo describirías el ambiente y lo penetrante que es la naturaleza a esa altura?
“En esta época del año, donde estás sólo con la montaña, se manifiesta el alpinismo en su máxima expresión. Eres tú y la montaña. Una vez que estás ahí con tu compañero y la montaña, hay una introspección activa permanente porque sos vos, tus pensamientos y lo maravillado que quedás realmente con lo que somos en este planeta. Que somos nada, por cierto. Somos una cosita ínfima, que es parte de todo, pero a la vez somos nada. Es difícil de describirlo y los que hacen montañismo pueden entenderlo”.
Cuando ya están en la cumbre, ¿hay un tiempo estimado de permancer en la cumbre?
“Y mirá, va a depender de la hora, el tiempo y cómo estés vos. Si llegás con mal tiempo, tienes que estar cinco minutos, tomar una foto y comenzar a bajar para llegar sano y salvo al campamento base. Nosotros tuvimos un día hermoso. Logramos llegar a las tres de la tarde. Siempre es bueno llegar al campamento de día para poder anticiparse a cualquier eventualidad. Si llegás temprano, podés estar hasta una hora”.
Pasemos a otro punto, ¿Cómo analizas la cultura de montaña en Argentina y cómo analizas el auge del montañismo en Sudamérica y qué crees que le falta para poder igualarse con las expediciones europeas?
“En los últimos años, las titulaciones internacionales que tienen que ver con ser guía de montaña están disponibles en casi todos los países de Sudamérica. Están en Bolivia, Perú, Argentina y ahora se instalarán en Chile. Esto significa que el montañismo ha evolucionado mucho en cuanto a profesionalismo y en cuanto a lo deportivo. No todos los deportistas que escalan y suben montañas son guías. Las escaladas deportivas han crecido muchísimo en general y en cuanto a mujeres también. Los porcentajes de mujeres tanto profesionales como clientas se están animando cada vez más. Creo que ha habido logros deportivos latinoamericanos que se comparan con los europeos. En realidad, creo que tenemos deportistas de altísimo nivel”.
Por último, ¿qué crees que falta para tener más latinos ascendiendo más cumbres?
“Yo creo que falta más cultura de montaña. El alpinismo nace en Francia con el primer ascenso al Mont Blanc cerca de 1780. A partir de ahí, en Europa y los Alpes, se larga la carrera por conquistar cerros que no tienen mucha altura, pero sí tienen mucha técnica. Eran ascensos donde se hacían investigaciones científicas naturalistas para dirimir cómo se comportaba el cuerpo en la altura. Los que subían eran principalmente, geólogos o médicos, además de los deportistas. Entonces, en la misma sociedad que lleva casi doscientos años de cultura de montaña, está instaurado en la familia y en el día a día las actividades que se realizan en la montaña. Es distinto a lo que pasa en Sudamérica. Por ejemplo, en Mendoza, estamos cerca de la cordillera, pero no dentro de ella. La gente por ahí dice, fui a la montaña y me comí un asado. Eso para mí no es ir a la montaña o hacer montaña es realizar distintas actividades outdoor. En Mendoza aún con un club de Andinismo con más de 80 años de tradición, aún falta que la gente entienda de qué se trata el montañismo”.
Ping Pong PD
Como ya es habitual en otras ediciones de Testimonio PD, la integrante de la agrupación Mujeres a la cumbre, se sometió al paleteo de Panorama Deportivo al mejor de 5 juegos. Este es el Ping Pong PD de la trasandina.
Libro: “Mi mundo vertical de Jerzy Kukuczka”
Comida favorita: “El asado”
Everest o Dhaulaghiri: “Dhaulaghiri. Sabés que no me vuelvo loca por el más alto. Prefiero subir una montaña con menso gente”.
Lugar soñado de vacaciones: “Los Alpes porque me parecen hermosísimos y el Caribe porque también me gusta el mar”, (risas).
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