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¿Por qué la Indy 500 superó a Mónaco?

Durante este fin de semana, el deporte motor mundial vivió dos de sus eventos más importantes. Nos referimos a las 500 millas de Indianápolis de la Indycar y el Gran Premio de Mónaco en la Fórmula 1. Las vueltas al óvalo superaron las calles de Montecarlo en cuanto a audiencia se refiere. A continuación, te tratamos de contar el por qué.

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La expectativa era alta. El bicampeón de la Fórmula 1, Fernando Alonso, se aventuraba a correr las 500 millas de Indianápolis y ganarla. Lamentablemente, a 20 vueltas del final el asturiano abandonó.

Fue el japonés Takuma Sato quien finalmente derramó la botella de leche. Sin embargo, la presencia del español en la Indy 500, motivó a muchos fanáticos a cambiarse de canal y ver el desenlace de una de las pruebas más rápidas del mundo.

Mientras en Mónaco, la emoción estuvo sólo en la largada; las 500 millas de Indianápolis fueron emocionantes durante todas sus 200 vueltas.  Es más, a escasos metros para superar la meta, aún varios coches tenían grandes opciones de llevarse la bandera a cuadros.

Esta emoción se ejemplifica en la carrera misma. En Mónaco, al ser un circuito cerrado y callejero, existían pocas opciones de adelantamiento. Mientras que en el óvalo, lo que más habían eran rebasamientos.

Aquí te mostramos algunos motivos que explican la “gran mudanza” desde Francia a Estados Unidos.

Mayor cantidad de adelantos

En el deporte motor, lo que más importa es sobrepasar con el fin de llegar al primer lugar. Por desgracia, en la Fórmula 1, cada vez escasean los adelantos. Si hablamos de un circuito callejero como Mónaco, la diversión es casi nula.

De hecho, uno de los pocos intentos en adelantar, terminó con el accidente de Pascal Wehrlein tras un toque con Button, mientras que el resto de posiciones ganadas se produjeron por paradas en boxes.

En la Indycar, en tanto, los adelantamientos fueron constantes. Los televidentes pudieron  vivir a través de su televisor una divertida carrera en la que los rebufos y la habilidad de los pilotos eran pan y mantequilla.

La habilidad de los pilotos

Este año, la Fórmula 1 quiso revolucionar la categoría metiéndole más tecnología a sus monoplazas.

A lo largo del campeonato del mundo, hemos visto una pérdida de destreza en los conductores. Los pilotos pasaron a ser meros controladores de botones para mantener las variables de los autos y dejando casi en segundo plano sus capacidades para “pilotear”.

En la Indycar, la habilidad de los pilotos es fundamental para conseguir el éxito o el fracaso. Un movimiento en falso y los pilotos se iban al muro, como bien se vio en el accidente de Scott Dixon.

Si bien la tecnología, también juega un papel preponderante al igual en la F1, el factor humano es vital para leer la carrera, entender la pista y sus condiciones.

El acelerador a fondo

En la F1, la velocidad promedio es 379 km/h. En la Indycar es de 389 km/h. La gran diferencia es su capacidad en pista de cada uno de los monoplazas. En la F1, los autos son rapidísimos o lentísimos. En la Indy, esta diferencia casi no existe.

Dicha situación provoca que un piloto con una buena habilidad y pie a fondo, sea capaz de recuperar muchas posiciones en corto tiempo, especialmente en óvalos como el de Indianápolis.

Esto hace que la emoción siga viva en todo momento. El vértigo de la velocidad y el característico rugido de los motores es cuento aparte.

La parada en boxes

En ambas competencias, la cantidad y duración de paradas en boxes puede determinar la victoria. Sin embargo, en la Indycar, la carga de bencina incide directamente en el peso y carga aerodinámica del monoplaza.  Por ende, la gasolina es una variable muy importante y cada piloto debe considerar dentro de su estrategia de carrera el peso del vehículo.

En la F1, la única misión de los boxes es cambiar neumáticos. Con una o dos paradas durante toda la carrera y sin límites en la carga de gasolina, los boxes no son tan determinantes en la categoría madre como sí lo son en la Indy.

 

En una carrera como las 500 millas, hubo pilotos que realizaron hasta 10 paradas en boxes. Cada uno elegía su mejor opción sobre la pista, entregando gran versatilidad y dinamismo.

 

Gran riesgo de colisión

Mónaco e Indianápolis tiene un elemento en común: ambos trazados son cerrados y una mínima desconcentración se paga con un golpe contra el muro.

No obstante, en ambas carreras también hay una diferencia clave. En la F1 está todo tan milimetrado y calculado, que el riesgo de accidentes es casi nulo. Por su parte, en la Indycar, un mínimo toque provoca la salida.

Es más, el mundo entero fue testigo de uno de los choques más brutales de los últimos años. Se trata del gran favorito Scott Dixon quien salió volando por los aires y afirmándose del volante veía cómo su coche se desmembraba por completo.

Cabe destacar que gracias a la gran seguridad de la carrera, Dixon atendía diez minutos después de fantástico accidente a toda la prensa.

La presencia de Alonso

El bicampeón de la Fórmula 1, Fernando Alonso, no pudo terminar las 500 millas de Indianápolis debido a problemas en el motor de su Mclaren Honda. Los más fanáticos dirían que estos problemas son habituales en el asturiano.

Fernando Alonso abandonó a 20 vueltas del final por una rotura de motor.

Esta vez, el semblante del español era distinto. A sólo 20 vueltas del final se bajaba del su bólido con sonrisas. “Me he divertido”, exclamo. Más allá de haber roto su motor, Alonso no sentía esa gran frustración de la F1, en donde por mucho que se trabaje y se entrene, la palabra abandono se hacía repetitiva.

Por primera vez en mucho tiempo, Alonso peleaba con los mejores y tenía serias chances de ganar.

La emoción por ver quién gana

Como venimos explicando, las 500 millas de Indianápolis dejaron en claro la constante rotación de los líderes. Con este fenómeno, ni los más especialistas podían dirimir al ganador.

Los accidentes, los problemas mecánicos y pequeños toques son habituales en esta gran prueba de resistencia donde todos los pilotos, lo único que realmente les importa es sobrevivir y continuar en carrera hasta que llegue el momento de la verdad.

Ese momento fue aprovechado por el japonés Takuma Sato quien se llevó la bandera a cuadros y pudo romper la ya clásica botella de leche.

En Mónaco, todo parecía un chiste repetido. Desde que Kimi Raikkonen lideró la carrera, la pregunta que todos los televidentes se hacían era: cuándo el finés dejaría pasar a Sebastian Vettel y de paso sumar más puntos para extender la distancia en el mundial con su eterno rival, Lewis Hamilton.

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