Camilo Zavala P.

Hablar sobre el deporte no siempre es grato. Muchas veces, trabajar en lo que te gusta trae cosas indignantes y que te hacen replantearte la idea de si seguir en esto o no. La pasión y la deportividad son dos derechos que no se transan a la hora de elegir este oficio: el periodismo deportivo.

Sin embargo, en esta ocasión, me saqué el número premiado entre todos los redactores que colaboran en nuestro medio, para hablar sobre las cosas que más nos indignan del deporte.  Bueno pues, aquí vamos.

 Me indigna saber que en algunas disciplinas deportivas, los mismos deportistas y sus familias tengan que financiar TODO. Y cuando digo TODO, es TODO.

Me indigna ver cómo algunos dirigentes de clubes u organizaciones deportivas no se ponen de acuerdo para postular a fondos concursables y así buscar que estos deportistas no pongan plata de su bolsillo para indumentaria, implementos y/o competencias.

Me indigna ver como algunos entrenadores extranjeros que trabajan en esta larga y angosta faja de tierra, se atreven a decir que en Chile no hay nivel, talento ni competencia. ¿Qué se creen?. Y si acaso no hay talento, ¿para qué entonces vienen?

Me indigna escuchar con mis propios oídos, relatos de cómo algunos presidentes de federaciones deportivas o dirigentes malgastan dinero del estado turisteando, yendo al cine o bien “haciendo shoppings” en campeonatos internacionales, en vez de preocuparse si la delegación deportiva tiene todo lo necesario para competir al más alto nivel.

Me indigna ver cómo en este país aún se le sigue dando tribuna al fútbol y como los mismos medios catalogan al “deporte rey” como un periodismo deportivo. Señores, digamos las cosas como son. Eso no es periodismo deportivo. ¡Es periodismo futbolero!. El deporte va mucho más allá de la caprichosa y el tablón. El fútbol es un subconjunto de este gran universo que llamamos Deporte.

Me indigna ver cómo algunas marcas apoyan a sus deportistas. ¿Acaso una camisa y un par de zapatillas ayudarán a este muchacho a batir sus propias marcas?. Más me indigna que estas mismas marcas les exijan a sus “embajadores” que las mencionen hasta en el baño de su casa buscando ganar más seguidores por cuatro pares de zapatillas más.

Por último, me indigna ver con mis propios ojos cómo las personas están más preocupadas de sacarse una selfie frente al espejo del gimnasio buscando nuevamente eso: un me gusta, un emoji o cualquier otro axioma digital que estén por inventar. A ellos les pregunto: ¿Tendrán más endorfinas, quemarán más grasa o batirán sus marcas subiendo historias o fotos a sus cuentas sociales?

Espero nunca saber la respuesta. No estoy preparado para escucharla. Creo que si llego a saberla, más me indignaré.