Ellas son Esperanza Hernández y Cynthia Canales. Dos profesionales del deporte y amantes del rugby. Juntas fueron protagonistas de una de las intervenciones culturales y deportivas que se vivieron en la celebración del Día Internacional de la Mujer. La actividad “Tackleando al Patriarcado” convocó a cerca de 400 mujeres, quienes junto con sentir la energía de los tackles, también evidenciaron una problemática global y repetitiva en donde la violencia de género es una cáncer mayusculo. Conoce todos los detalles a continuación.
En el marco de la celebración del 8M, ¿Cómo nace la idea de hacer esta intervención?
“Estamos inmersas en una sociedad que viene generando movimientos sociales y entre el estallido social, las discusiones por una Nueva Constitución y los grandes periodos de aislamiento que vivimos por la pandemia, se ha generado una necesidad de reunirse, de congregarse alrededor de una nueva búsqueda del bien común. Tanto Cynthia Canales, como yo -Esperanza Hernandez- entendemos que somos parte de estas energías de cambio. Entendemos que el rugby es un deporte con una hermosa profundidad en la generación de una cultura de hermandad entre sus jugadoras, comunidades y clubes. Sabemos que el deporte y sobre todo el rugby practicado por mujeres aporta seguridad, aumenta la autoestima, genera redes de apoyo, todo lo anterior resumido en una mejorada actitud de empoderamiento de nuestro rol como mujeres en nuestras comunidades. Entonces una pregunta que siempre nos persigue es ¿Cómo logramos que el rugby, esta herramienta tan empoderadora, le llegue a más mujeres? Así que nos reunimos con un par de rugbistas el 2022 para ese 8M donde acordamos juntarnos hacer algunos carteles y marchar juntas como rugbistas. Nos mandamos a hacer poleras que decían “Desde 1906 esperando a que entiendas que el rugby NO TIENE GENERO”. La idea era generar una gran masa, hacer ruido, presentar nuestras dificultades, compartirlas con nuestras compañeras. Pero fuimos pocas y eso nos hizo cuestionarnos nuestro formato. Así que para el 2023 nos enfocamos en una acción para interactuar con las asistentes a la marcha. Y qué más llamativo, bacán y que da una sensación de poder tan grande como un tackle. Y lo siguiente salió muy natural. Tackleando al Patriarcado. Claro que no estuvimos libres de complicaciones, ninguna de nosotras tenemos elementos de entrenamiento de rugby, como bolsas de tackle o escudos. Así que fue toda una odisea conseguir estos materiales y que también nosotras pudiéramos entender cual de todos los elementos fueran funcionales con respecto a las características del evento. Aprovechamos de agradecer a la Mackarena Bravo de Munay quién “nos salvó”con el escudo, ya que el mismo día la persona que iba a prestarlos se echó para atrás. La tarde anterior nos reunimos con Cynthia para conversar de la actividad. El 8M, el punto de encuentro fue el departamento de Ana Reyes, donde escribimos los carteles invitando a las asistentes con consigna “Tacklea al Patriarcado”, y otro más pequeño que decía “Patriarcado”, el que pusimos en el escudo. Cynthia tenía un parlante con micrófono. Camino al GAM, encendimos el equipo y nos fuimos escuchando canciones de The Black Mamba Queen a todo volumen por plena Alameda, la que ya estaba cerrada. En medio de la calle comenzábamos a contagiarnos con la energía del lugar. Afuera del GAM nos esperaban Fernanda Maldonado y Karol Haro, dos amigas rugbystas. Había llegado el momento. Yo me puse con el escudo y su cartel de “Patriarcado”, Ana comenzó a pasearse con el cartel grande, exhibiendo la invitación a tacklear. Cynthia cogió el micrófono y comenzó a animar la actividad. Fernanda y Karol comenzaron a demostrar el movimiento, que era tacklear con el hombro el escudo, sin ir al suelo, pero con repiqueteo, es decir, seguir moviendo los pies, avanzando, estando en contacto con el escudo. Poco a poco comenzaron a congregarse las participantes, en un primer momento para observar, y pues luego, se levantaron las manos de las primeras motivadas. Cynthia les preguntaba el nombre y ¿Por qué quieres tacklear al Patriarcado?. Las participantes respondían y partían a tacklear, una vez que les explicaba brevemente lo que es un tackle, tomaban distancia, 4 a 5 metros, corrían decididas y tackleaban al patriarcado”.
¿Se imaginaban la gran recepción que tuvo la actividad?.
“No. Absolutamente no. De partida por el gran número de mujeres que se reunieron alrededor. En segundo lugar, ya que participaron mujeres de todas las edades. Niñas desde los 5, una mamá que lo hizo con su bebé en brazos, una adulta de unos 50 años y muchas hermanas y amigas y madres que tackleaban por sus cercanas. Finalmente, y lo más conmovedor, fueron los relatos de las participantes, los que fueron cada vez más profundos. Los relatos hablaban de una realidad tan presente y repetitiva, hablaban de la cultura del abuso y la violación presentes en la sociedad chilena”.
A vuestro juicio,¿ cuál fue el punto más álgido de la intervención?
“Estábamos frente a estas marchantes, con diferentes cuerpos, diferentes outfits, y de distintos contextos socioeconómicos, que logran conectar con esta pregunta “¿Por qué quieres tacklear al Patriarcado?” y la fuerza que nace, que les nace para contar sus relatos de todo tipo, sobre todo de abusos, tanto laborales, institucionales, sexuales y lo más duro, era que la mayoría eran asociados a este último, violaciones de padres, primos, pololos, jefes. Ese espacio seguro y protegido que se generó, esos aplausos de las otras mujeres que estaban alrededor, gritando “Dale, dale con todo”, las mismas que se emocionaban con lo que contaban las compañeras. Sentimos que a pesar de lo público y abierto del lugar, lo que se gestó ahí era como una burbuja en el tiempo, donde la sororidad se hizo presente en todo su esplendor. La actividad fue un medio para que toda esa conmoción se volviera en una energía movilizadora, la oportunidad de castigar al patriarcado con un tackle, en sus mismas manos podrían hacerse cargo, por fin, de dar un golpe de vuelta. Y aunque la mayoría no sabía cómo hacerlo y otras nos pedían patear el escudo, todas realizaron el tackle. Muchas de ellas aún en un estado tembloroso por haber recordado sobre su abuso. Aún temblorosas, nos abrazaban y la mayoría nos agradecía la oportunidad. Las tackleadoras se llevaban un tremendo aplauso de las presentes. Entonces el punto más álgido para nosotras es el momento en que nos damos cuenta que no somos 20 o 30 atentas a la intervención, sino que nos vemos rodeadas de entre 100 a 200 marchantes. Y en un momento no paraban de llegar voluntarias, tuvimos una cola de 5 a 8 esperando a realizar el tackle”.
Debemos lograr masificar el mensaje de que el rugby empodera a las mujeres. Promulgar que es integrador, solidario, donde el respeto es la base. Debemos poner al rugby al servicio de la sociedad. Esto nos lleva a entender que el pensamiento “necesitamos más mujeres para el rugby”, puede limitar nuestra amplitud de intervenciones, mientras que guiarnos por el pensamiento “necesitamos más rugby en las mujeres” nos genera un marco de referencia inmensamente empático a la realidad de segregación que nuestra sociedad tiene para con el deporte de mujeres.
¿Cómo debe capitalizar el rugby femenino este tipo de intervenciones?
“Las profesionales alrededor del Alto Rendimiento saben que entre más grande sea la población base de un deporte (nivel recreacional o desarrollo) más oportunidades tendremos de tener una población elite para el Alto Rendimiento. Por lo tanto, llegar a más mujeres es una necesidad para que el rugby de mujeres sea más competitivo. A pesar de que no buscábamos nuevas jugadoras en las manifestantes, sí queríamos visibilizar el deporte, que vendría siendo un primer paso. Debemos lograr masificar el mensaje de que el rugby empodera a las mujeres. Promulgar que es integrador, solidario, donde el respeto es la base. Debemos poner al rugby al servicio de la sociedad. Esto nos lleva a entender que el pensamiento “necesitamos más mujeres para el rugby”, puede limitar nuestra amplitud de intervenciones, mientras que guiarnos por el pensamiento “necesitamos más rugby en las mujeres” nos genera un marco de referencia inmensamente empático a la realidad de segregación que nuestra sociedad tiene para con el deporte de mujeres. El ideal es hacer llegar el rugby a más mujeres, y aunque estas lleguen o no a un nivel competitivo, que tengan la oportunidad de vivenciar lo que es pegar un tackle, lo que es recibir uno, lo que es hacer una jugada, hacer un try, sentir la familia y hermandad que se forma a la interna… Estamos seguras que cambiaría la vida de estas mujeres. Pero no basta con darle esta píldora dulcecita del tackle de lo que fue esta actividad. La experiencia debe ser completa para que sea significativa. Debemos lograr que lleguen a jugar rugby. Y sabemos que la modalidad más integradora, menos excluyente y, contrariamente, menos practicada en latinoamérica, es el XV. De esta manera, esta modalidad cobra más importancia que nunca”.