Año 1999. Brasil enfrentaba 3 desafíos: Sudamericano sub 20, Copa América y Copa Confederaciones. Todas esas competiciones tuvieron un común denominador: Ronaldo de Assis Moreira o simplemente Ronaldinho. Este prodigioso media punta brasileño ya había debutado profesionalmente un año antes para el Gremio de Porto Alegre y rápidamente llamó la atención de todos los entrenadores de su país por la espectacularidad de sus regates, precisión de su pegada y pases, habilidades que hacen que sea considerado uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos.
Sebastián Marcel G.
Aquel año fue cuando este talentoso y alegre jugador se dió a conocer en el mundo. Compartiendo junto a estrellas como Rivaldo, Cafú, Roberto Carlos y su gran ídolo, Ronaldo, obtuvieron la Copa América de 1999 en Paraguay.
Probablemente, estar al lado de esos cracks que parecían jugar sin estrés, le ayudó a tener un desempeño más que notable para un debutante, donde se dio el gusto de hacerle su primer gol como seleccionado a Venezuela.
Un verdadero golazo en el que dejó en el camino a su marcador con un sombrerito y mostró el atrevimiento de este joven de apenas 19 años.
Días después se fue a jugar la Copa Confederaciones, donde fue el máximo anotador del certamen, pero cayó en la final frente al cuadro local, México.
En ese entonces, su nombre ya aparecía en los principales medios deportivos del mundo y varios clubes de Europa llamaban a sus puertas.
Y cómo no lo iban a querer: desde los 17 años ya destacaba en Gremio, todos querían mirar sus gambetas en un país donde estas no faltan, pero algo que también resaltaba, era que jugaba con una alegría alejada del rostro serio de muchos cracks competitivos. A nadie le gustaba jugar al fútbol como a él.
Su aventura en París
Pero algunos dudaban de su capacidad física. Varios eran los que encontraban que era demasiado flaco y que no tenía la potencia en velocidad de Ronaldo, Romario o Rivaldo. Arsene Wenger y Sir Alex Ferguson rechazaron la opción de tenerlos en sus filas, siendo finalmente el PSG francés el club que consiguió su carta, con litigio ante la FIFA incluido.
Con el cuadro parisino no logró títulos. A pesar de tener un equipo donde no faltaba talento, aunque si bien, eso no le impidió destacar, le faltaba dar un salto más competitivo. Demostrar que esa calidad servía para las grandes citas y que los clubes de la élite europea estaban desaprovechando esa magia.
Su prueba de fuego llegaría en el Mundial de Corea-Japón del 2002. Allí se coronó campeón. formando un tridente ofensivo de ensueño junto a Ronaldo y Rivaldo.
A esa delantera le sobraba la técnica. Uno aportaba el gol, otro la potencia y otro la fantasía. Dinamita pura que sufrieron sus rivales.
Su actuación más brillante fue en cuartos de final ante una poderosa Inglaterra, donde asistió a Rivaldo tras una gran jugada individual y luego marcaría un soberbio tiro libre para decretar el 2 a 1 definitivo. Absolutamente determinante.
https://www.youtube.com/watch?v=OwfMD2GIQ_A
Se mantuvo en Francia otros 2 años tras dicho logro. Tras una ola de rumores que lo daban fuera del PSG, llega a un alicaído Barcelona, quién era testigo de como el Real Madrid dominaba en España y Europa llevándose a los mejores futbolistas del mundo.
La Casa Blanca acaparaba la atención de toda la prensa y las grandes marcas se peleaban por ser sus patrocinadores.
El Barcelona intentó por varios años contragolpear el efecto que produjo la partida del que fuera su máxima estrella al Real Madrid, Luis Figo. Además de la llegada de campeones como Zidane y Ronaldo.
Por Cataluña pasaron nombres con poca trascendencia como Marc Overmars, Patrick Kluivert, Emanuel Petit o Juan Román Riquelme.
Su otra gran estrella, Rivaldo, hacía sus maletas rumbo al AC Milan. No obstante, Louis van Gaal dejó una buena base de jóvenes ambiciosos que son parte de otra historia: Carles Puyol, Xavi Hernández y Victor Valdés.
Ellos fueron el complemento que necesitaba Ronaldinho, quién causó impacto desde su debut cuando colocó un zapatazo furioso desde 30 metros en el Camp Nou ante el Athletic Bilbao, acarreando marcadores, derrochando talento acaparando todas las miradas. Los aficionados culés volvían a soñar.
Lo mejor de él vino en aquella noche mágica donde vencieron 3 a 0 al Real Madrid de los “Galácticos” con baile de Dinho, quién se despachó dos golazos ganando merecidamente la ovación del público merengue, distinción que en el pasado sólo lograron Maradona y Cruyff.
El Barcelona volvía a abrazar la gloria, sus actuaciones no sólo eran resonantes en la liga, sino que, a nivel europeo, donde bailaba a placer y convirtió goles de antología a equipos de defensas poderosas como las del Chelsea y Milan.
Conseguiría la segunda Champions para los catalanes, donde por cierto también compartía camarín con un tal Lionel Messi, quién ya se veía más consolidado en el primer equipo blaugrana.
Tras ello emprendería su viaje al Mundial de Alemania 2006, donde se esperaba que se graduara como estrella de todos los tiempos y compartiera sitial junto a Pelé y Maradona.
Pero eso no ocurrió. Su sonrisa se vio apagada, teniendo un nivel muy discreto para lo que venía mostrando. Brasil era el candidato de todos y no sólo por lo que Dinho hacía, sino porque también brillaban con luces propias Adriano, Kaká, además de tener todavía a un vigente pero menos efectivo Ronaldo.
Sin embargo, en una noche memorable de Zidane, los pentacampeones se despidieron en cuartos de final. Probablemente sucumbieron ante tanta presión y desde allí comenzaría el declive de su carrera.
Porque tras lo hecho en Alemania nunca más fue el mismo, los que antes lo endiosaban comenzaron a golpearlo, afectando gravemente su estado de ánimo y eso se notaba. En cada partido sacaba a relucir pinceladas de ese talento único que el posee, pero ya no era determinante, se le veía sin ganas de competir y deprimido.
Volvería a Sudámerica para reencontrarse con su fútbol y divertirse.
Tal diversión le bastó para ganar la Copa Libertadores con el Atlético Mineiro y emular así el logro que sólo ostentan Cafú, Dida y Roque Junior: ser los únicos jugadores que ganaron el máximo certamen de clubes sudamericano, la Champions y el Mundial.
Ronaldinho ganó prácticamente todo: Copa América, Mundial, Copa Confederaciones, Champions League, Copa Libertadores, ser destacado por la FIFA como el mejor del mundo 2 veces (2004 y 2005) así como también fue elegido Rey de Europa (2004, 2005, 2006) y de América (2013) y está en la lista de los 125 mejores jugadores de la historia.
Es alguien que no necesita mayor introducción, pues el grueso de los aficionados modernos lo conoce y las recopilaciones en Youtube de sus habilidades sobran con millones de reproducciones. Genio total.
En los últimos meses algo se maneja diferente en el Instagram o Twitter de Ronaldinho. Todos los días está subiendo memorias de su notable carrera como futbolista y en los últimos días oficializó un nuevo contrato, pero no para jugar, sino como embajador del Barcelona, club donde alcanzó el peak de rendimiento.
¿Señales de un retiro que parece anunciado hace varias temporadas?
Logró que muchos se enamoraran del fútbol con las jugadas de fantasía que sacaba, cambió además la forma en la que se miraba este deporte y hoy son muchos los que extrañan a ese showman que contestaba con “joga bonito” al amor que le profesaban los hinchas, jugadas que después eran respondidas con aplausos.
A pesar de ser el favorito de la prensa por años, jamás perdió su sencillez y buen humor.
Messi y Cristiano son únicos, máquinas que rompen cada récord que se les atraviesa, unos verdaderos campeones, pero ninguno de ellos tiene el carisma y la fantasía que atesoran a Ronaldinho, un futbolista que se volvió un verdadero ícono que no tiene detractores ni ateos en el fútbol. Simplemente, un crack.