Han pasado casi 36 horas desde la caída en Sao Paulo por tres a cero ante Brasil. Una caída que aparte de eliminarnos, nos hizo aterrizar de emergencia en un escenario impensado para cualquiera. En las próximas palabras, uno de nuestros redactores se refiere a esta gran catástrofe futbolera nacional.
Camilo Zavala P.
El panorama era alentador tras el triunfo por 2-1 ante Ecuador. En frente estaría Brasil, escuadra que bajo el mando de Tité alcanzó un rendimiento perfecto en estas eliminatorias y en donde nunca perdió puntos.
El equipo de todos se transformó en un gran tiburón. Buscando acechar a su presa en el momento perfecto. Sin embargo, Brasil lo golpeó en las branquias y en sólo tres minutos sentenció el sueño mundialista de Chile marcando dos goles.
Es difícil escribir estas palabras intentando separar la pasión de nuestro trabajo. Sin embargo, trataré de ser lo más objetivo posible en el análisis. Espero que no me crucifiquen.
Golpe al exitismo y al narcicismo
La eliminación de Chile cae en un momento de bajo rendimiento de algunos jugadores. Chile venía de hacer grandes campañas, sobre todo en las dos Copas Américas. Por eliminatorias, su rendimiento fue regular.
La eliminación en Sao Paulo es un llamado de alerta para todos aquellos que se creyeron el cuento en redes sociales, para todos aquellos que nos creímos los mejores del mundo y que creen que las copas y los partidos se ganan con nombres e individualidades.
¡No señor!, para ganar hay que entrenar y trabajar bastante en equipo. Esta eliminación debe sentarnos en la tierra y repensarnos en que aún no ganamos nada. Al igual que el agricultor que siembra sus almendros, Chile debe sembrar sus propios nogales para que en el 2019 se comiencen a ver los frutos concretos del ansiado y esperado recambio.
Testear, testear y testear
El estratega que llegue debe probar variantes, jugadores, esquemas y competencias. Mientras más probemos mejor producto futbolístico tendremos. Es tiempo de sentar cabeza, reflexionar en los atributos y debilidades de esta generación dorada. Desde allí tenemos que empezar.
Afortunadamente, Chile goza de oro y otros minerales. No obstante, para capitalizar dicha riqueza, debemos explorarla. Una de las grandes kriptonitas que ha tenido esta selección ha sido la baja estatura de sus defensas.
Es deber del próximo seleccionador comenzar a ejecutar cambios en la altura y seguir una identidad de juego que hasta las últimas fechas estuvo un tanto congelada.
Campeonatos, bases y referentes
Chile debe urgentemente delinear los próximos objetivos en el corto y mediano plazo. Si queremos volver a la senda de triunfos, hay que trabajar desde las bases. Repetir el modelo bielsista en donde se armó una estructura básica de jugadores juveniles del medio local y que se reforzaron con las grandes estrellas actuales, será una de las principales premisas a resolver.
Quien asuma el nuevo desafío debe tener temple de acero para inculcarles y fomentarles la disciplina a los nuevos referentes de La Roja. No podemos seguir siendo permisivos.
En la vida real, quien falta al trabajo es marginado del equipo. Aquí, durante todo el proceso eliminatorio se cometieron excepciones excusándose en “todo lo que nos han dado al país”.
Por último, señalar que la única forma de obtener una nueva camada de jugadores sobresalientes es mediante la competencia. La ANFP debe abrir los ojos y buscarle una salida competitiva al torneo de Sub 19.
Es en esa categoría donde está la detección y captación de nuevos talentos. Es en aquella edad donde el jugador ve truncada su posibilidad de surgir tras no ser considerado en el primer equipo.
Reformular el campeonato de Segunda División y Primera B, aumentar el número de jugadores Sub 20 en las oncenas de primera y crear más campeonatos escolares en todo Chile; son algunos de los aspectos que se deben considerar cuando hablamos de detección de nuevos talentos, recambio y más oro para el equipo de todos.
Chile aterrizó de emergencia para volver a despegar más alto. Preparen el avión, preparen las maletas. Es sólo cuestión de tiempo en volver al destino final: la gloria.