Este fin de semana, el balompié criollo tuvo su máxima fiesta futbolística en el superclásico realizado en el estadio Monumental. Allí, Colo Colo apabulló por 4 goles a 1 ante su eterno rival, Universidad de Chile. El partido tuvo un gran ganador: el equipo.
Camilo Zavala P.
“No solo destaco al 11 inicial, sino a todos los que entrenan, desde Orión a Salazar, a los que no fueron convocados”, expuso en la conferencia post partido, un emocionado Pablo Guede.
Su declaración es vital. En todos los deportes colectivos, la sincronía de todos los elementos hacen que el equipo ande bien o mal. Durante los 90 minutos, vimos a un equipo colocolino muy comprometido con sus funciones.
Cada violín sabía en qué momento comenzar a interpretar su partitura. Esto hizo que los dirigidos por el argentino tuvieran un esfuerzo corto contra los azules a la hora de disputarle el balón. Valdés, Baeza o Barroso estaban listos para morder al conjunto azul.
Una vez concretada la mordedura, entraron las garras ofensivas de Paredes y Valdivia para desatar la alegría en todo Macul y en todo el pueblo albo. Nuevamente pudimos ver el compromiso de todos los jugadores en alargar la supremacía que ya tiene 17 años.
En tanto, en la vereda del frente, también pudimos ver que el equipo está por sobre todas las cosas. Desde el cuerpo técnico hasta cada uno de los jugadores que conforman el plantel de la Universidad de Chile.
Es en aquel momento de adversidad y cuando las cosas no salen como uno deseaba cuando el equipo se une, rema contra viento y marea para revertir los malos resultados.
“Hoy más que nunca tengo la camiseta de Jara puesta”, expuso Guillermo Hoyos en la sala de prensa alba ante una veintena de periodistas que buscaban recoger leña para golpear a un equipo devastado.
Nuevamente, el ex entrenador de la selección boliviana dio cátedra de respaldo a su plantel. Un reflejo y enseñanza para todos aquellos que se olvidan que en este deporte se enfrentan dos fuerzas colectivas donde si resbala uno, resbalan todos.
Nuestro equipo nos espera.
