Hoy se cumple una semana de Kay Expedition, la travesía de regata en altura en donde cuatro amigos emprendieron rumbo desde la Cofradía Náutica de Algarrobo hacia las islas de Centro América. Conocer nuevas culturas, tener el yate lo más completo posible y sobretodo navegar en las intranquilas aguas del Océano Pacífico son algunas aspiraciones de estos temerarios tripulantes que conocerás a continuación.

Camilo Zavala P.

“Oye, discuuuulpaaa”, le dice Nicolás Vicuña a un automovilista mientras pasa raudamente por la Av. Las Condes en su Volkwagen Saveiro azul. Como si fuera un real barco, el joven oficial de marina de 28 años trata de sortear los tacos clásicos de hora punta con el fin de llegar lo más pronto posible a la casa de uno de sus tripulantes: Nicolás Vigil.

“Nos vamos el domingo. Mañana tenemos que ir a Algarrobo a hacer unos trámites con el yate y de ahí estamos listos”, cuenta con euforia Vicuña.

La ansiedad se hacía notar en su rostro. Nicolás Vicuña junto a Nicolás Vigil, Nicolás Vial y Andrés Oyanedel estaban próximos a iniciar una regata de proporciones. Quince días navegando en las aguas del Océano Pacífico y un itinerario donde destacan Ecuador, Panamá, Belice y la Isla de Pascua como principales recaladas.

¿Cómo se les ocurrió semejante viaje? Sigue leyendo y te enterarás.

Todo nace desde la competencia. Andrés, Vicuña y Vial navegaban en cada regata del fin de semana. Allí el propósito era ganar. Con el correr de los años, los chicos irían creciendo. Andrés y Nicolás Vial entrarían a la Universidad. Vicuña, en tanto, seguiría su pasión por la navegación en la Armada de Chile.

Luego de que Andrés y Vial navegaron hasta el archipiélago de Juan Fernández, todo cambió. “A mí una vez se me dio la oportunidad de hacer una travesía en un velero en altamar. Fui y al volver, le dije a Nicolás: “Tenemos que hacer algo más grande”. Y entonces nos fuimos a Juan Fernández. Cuando ya estuvimos en Juan Fernández, dijimos: “Tenemos que hacer algo muy, muy grande”. Desde ese momento, año 2015, empezamos a tratar de calzar en algún punto nuestras carreras profesionales y universitarias y así poder dejar todo y partir un año a navegar”, relata el capitán de la nave, Andrés Oyanedel.

La idea ya estaba propuesta. Fue entonces que comenzaron a delinear cada uno de los puntos que tenían que abordar para poder hacer factible esta gran aventura.

Con el correr de los meses, ya estaba listo el yate y comenzaba la búsqueda de auspicios. No obstante, hacía falta completar la tripulación. Es ahí donde la figura de Nicolás Vicuña se tornaba fundamental.

“Un día, estando en Puerto Williams donde la armada me había destinado y yo felizmente estaba allá; me escribe Andrés y me dice: “No sé dónde estás, tengo esta idea. Estamos buscando un tercer tripulante, avísame si te interesa. Me habré demorado cuatro horas en responderle. Antes, le hice una pregunta quizás muy idiota que nos reímos ahora (Risas). Le dije si este viaje tenía alguna investigación científica o estudio etnológico, algo así. Y luego, lo llamé: “Mira yo estoy con un pie adentro y uno afuera. Tengo que hacer todos los trámites en mi pega para poder estar un año fuera”. Felizmente todo se dio. Ya tenemos el barco listo, yo estoy con los dos pies adentro y estamos listos, nos vamos ya”, describe Vicuña.

A los tres tripulantes se sumaba Nicolás Vigil. El ingeniero comercial y amante de fotografía, sabía que no permanecería para siempre en la capital. Su amor por la naturaleza y las nuevas culturas pudieron más.

La vida laboral lo acercaron a Nicolás Vial y con él la idea de viajar de una forma poco convencional.

“Yo soy muy nómade para mis cosas. Y en algún minuto, iba a explotar y escapar de Santiago. Mi destino siempre ha sido Costa Rica. Y tener la oportunidad de irme a Centroamérica, navegando, es sin duda una oportunidad increíble. Entonces se fue dando un equipo bien completo, porque cada uno aporta lo suyo y hace que tenga un sabor súper exquisito”, expresa Vigil.

Riesgos y tratativas

Armar una travesía de estas proporciones implica incluir un montón de factores climáticos, burocráticos y logísticos. Estar al tanto de tormentas tropicales y los vientos predominantes es una de las cuantas cosas que los avezados jóvenes deben actualizar en su carta de navegación.

“La ruta, la preparamos con respecto a los vientos más favorables. Ahora en esta época sopla viento sur, eso significa que sopla desde el Sur hacia el Norte y nos ayuda a subir. Después para bajar, lo mismo. Con respecto a la parte burocrática fue muy engorroso, ya que necesitábamos una licencia que no la teníamos. Felizmente la pudimos sacar con el Nico Vicuña y luego hicimos el papeleo del barco, para que esté impeque”, cuenta Andrés Oyanedel.

A todo esto se suman los trámites aduaneros, “lo que significa que nos timbren los pasaportes y así asegurar que el barco vuelve y que no te cobren impuestos de entrada en cada país que recales”, detalla el capitán.

Por otro lado, aventurarse en travesías de altamar como estas, siempre traerá riesgos los cuales hay que prevenir.

“Lo primero que hay que preocuparse es que el barco flote, que el barco navegue, que funcione. Lo segundo, es tratar de mantenerse siempre alerta porque en la navegación, siempre hay peligros. Saber dónde uno está navegando, saber cuánta agua tiene hasta el fondo. Preocuparse de no pasar por arriba de rocas. Estar atento a los barcos que vienen navegando cerca de uno y además uno tiene que estar atento porque a los barcos mercantes se le caen contenedores al agua y son un peligro para la navegación porque no hay cómo verlos. Durante la noche, los radares no los marcan, ni los muestra”, puntualiza Nicolás Vicuña, quien aplicará toda su experiencia de la Armada de Chile con sus amigos.

Otro punto importante a considerar en este tipo de aventuras es el clima: “los cambios meteorológicos del clima son fundamentales tenerlos monitoreados. Para eso, nosotros llevamos comunicación satelital aunque no tengamos señal de teléfono. Por internet o teléfono, podemos descargar los informes meteorológicos de los últimos 12 días para así ver cómo irán evolucionando los vientos y el estado del mar según lo que va marcando el informe”, agrega.

De esta forma, los marineros podrán esperar en los puertos a que el tiempo mejore en caso de que se desate la tormenta.

Una aventura documentada de principio de a fin

Como bien mencionábamos anteriormente, Nicolás Vigil, será el encargado de fotografiar cada momento. Aquí nos cuenta su motivación por sumarse a la tripulación de Kay Expedition: “A mí, se me presenta una gran oportunidad porque tendré una gran posibilidad de desarrollarme en esta veta de la fotografía que es la aventura. Ya siendo fotógrafo de naturaleza, tengo la posibilidad de mezclarlo con esta experiencia que significa ir arriba de un barco en altamar. Poder visitar diferentes pueblos, sacarle fotos a la gente local y ver cómo viven y se desarrollan en estos lugares. Tengo muchas ganas de conocer Belice, El Salvador, Honduras, la isla de Roatán y bueno hay un sinfín de lugares que si me pusiera a mencionarlos podría terminar mañana”, cuenta entre risas.

Cada momento será registrado y subido a través de las redes sociales. Es así como los seguidores podrán apreciar cada uno de los paisajes que ofrece el Océano Pacífico y ayudará a que otras personas se atrevan a navegar en altamar.

“Poca gente ha tomado la batuta por explorar; A ir más abajo, ir más al sur. La gente no conoce mucho. En nuestro primer tramo, nos topamos con solo dos botes. Eso no puede ser. Hay muchos barcos en Chile y hay que empezar a usarlos más”, expresa Oyanedel haciendo un llamado a conocer los lugares recónditos en los cinco mil kilómetros de costa que esta larga y angosta faja de tierra llamada Chile.

Qué rico poder saber que voy a aprender un montón. Por eso, los invito a atreverse y a buscar los sueños. Muchas veces cuando uno vive en la ciudad o en lugares más tradicionales como que a la gente le entran ciertos miedos de que no me atrevo a hacer lo que me gusta porque no tengo la plata para hacerlo o nos preocupamos en el qué dirán”, expresa Nicolás Vigil con una sonrisa de oreja a oreja.

Primera puesta de Sol. Destino: Ecuador. Rumbo: 320 TWS: 18 kns. TWD: 160 SOG: 7 kns. @kai_chile

Chile es un país con una fisonomía muy atractiva. Tiene cerros, nieve y mucho mar. Este último ofrece una cantidad de oportunidades y medios para desenvolverse en sus aguas. El surf, el buceo y la vela son algunos de ellos.

“Acérquense al mar. Hay un montón de medios y oportunidades. Hay un montón de deportes que involucran al mar. Hay que perderle el miedo al mar, pero nunca el respeto. Es un hábitat que no es de nosotros pero que sí podemos aprender a desenvolvernos adecuadamente. Por eso, los invito a acercarse a las playas, a los muelles, a preguntar sobre temas náuticos. Somos un país que tenemos casi cinco mil kilómetros de costa y la gente que sale a navegar o que practica deportes náuticos es muy poca. Por eso, métanse al agua y atrévanse”, apunta Vicuña.

Por último, agregar que si alguna persona está interesada en sumarse a esta aventura, lo puede hacer. “Nosotros estamos abiertos a recibir gente. Nos hicimos una cuenta en una página llamada find a crew, que es una especie de AirBnB de veleros. Entonces, tú vendes un espacio en tu velero.  No es necesario saber navegar, sólo basta tener disposición a aprender, ser buena onda y aperrar con todo”, cuenta Nico Vial.

Ya está todo dicho. Eleven anclas que nos fuimos.