Sin duda, una de las competiciones que marcarán el inicio del 2018 es el Rally Dakar. La gran prueba de resistencia tendrá participación de chilenos donde destacan Ignacio Casale, y Pablo Quintanilla. A ellos se une Cristóbal Guldman, iquiqueño de 37 años que va con todas las ganas de dejar bien puesto el nombre de ciudad natal.

PD Chile

Hay distintas formas de llegar al Dakar y Cristóbal Guldman lo sabe muy bien. Luego de haber participado en tres versiones de la competencia tuerca más grande y exigente del mundo, este piloto chileno ha decidido tomar uno de los desafíos más complejos de su vida: ir al Dakar sólo y participar en la categoría Malles Motos.

Esta categoría, rebautizada como “Original” por Motul (principal sponsor del evento), se caracteriza por ser una de las más rudas del encuentro. En ella participan sólo 20 o 30 motos de las 180 que corren las diversas etapas del Dakar.

La organización provee a cada piloto de un “baúl” (malles en francés) para que los competidores guarden todas las pertenencias que utilizarán en la carrera y una carpa para pernoctar. Sin ayuda, sin equipo técnico ni nada, sólo ellos y el desierto serán los protagonistas de cada jornada.

Cristóbal deberá enfrentarse a condiciones climáticas extremas, correr solo, a su propia suerte.

Esta categoría es la que hizo famoso al Dakar, donde sólo los pilotos más avezados y atrevidos emprendían esta peligrosa aventura.

“Este año voy a ir solo al Dakar. Había contratado equipo de asistencia antes, pero me decidí a tomar un nuevo desafío. Los recursos siempre son escasos e influyen en el resultado que uno tendrá en la carrera, yo dependo de la tecnología, comodidad al descansar, buena comida, de mi moto, etc. Hay que manejar muchas variables y siempre la plata escasea. Hoy voy con todo el power para conseguir un buen puesto en esta categoría, es primera vez que participo y sé que se vendrán muchas jornadas extenuantes, pero mi amor por el desierto y la adrenalina superará todas las pruebas, estoy seguro”, comenta Cristóbal.

“Con respecto a mi capacidad y rendimiento creo que estoy preparado para conseguir mi objetivo. A mí no me gusta ir a terminar carreras, me gusta ir a ganar carreras. Entrando a esta categoría creo que tengo más oportunidades”.

Cristóbal apuesta por jugársela en la “Original”, pondrá en juego todos sus conocimientos técnicos y deberá arreglárselas para intervenir su moto y solucionar todos los problemas mecánicos que pueda presentar durante cada una de las etapas que recorrerá. El rugir de los motores, las jornadas extenuantes, el calor extremo y un sinnúmero de contratiempos hacen que el desafío de Guldman se convierta en una gran historia.

“El Dakar, para mí, es ante todo un desafío, pero también un viaje muy divertido. Yo conozco el Dakar desde siempre, desde que tengo uso de razón. Pero pensaba que nunca lo correría. ¿Cómo pueden correr durante la semana estos pilotos, si hay que trabajar, me decía? Ahora me doy cuenta que hay que perseverar y tener un trabajo que te permita correr”, explica Guldman.

Hoy Cristóbal llega al Dakar con la convicción de que necesita subir un par de peldaños y acercarse a la punta, siempre enfrentándose al desierto con todas sus herramientas, conocimientos y la garra que lo caracteriza.

La lucha es descarnada, cada piloto se la juega por alcanzar un mejor lugar en el ranking general y encontrar la victoria.

“La verdad es que, aunque conocía el Dakar, nunca pensé que era tan duro. Ahora entendí de qué se trata. Fue muy gratificante completar la carrera después de haber corrido cinco años en Chile”.

Cristóbal se encuentra en un momento muy complicado porque a pesar de sus grandes resultados, no cuenta con el apoyo suficiente para llegar más allá, necesita una moto nueva, equipamiento específico y la tranquilidad para poder dar el máximo y representar a Chile como corresponde en la competencia más difícil del mundo motor.

Mientras existen competidores que se preparan todo el año y cuentan con varios millones de dólares para entrenar, comprar equipo y obtener presupuestos especiales para los días de competencia, Cristóbal se prepara y entrena por sí solo, sin grandes equipos tecnológicos ni asesores.

“Complemento con mucha bicicleta y yoga -nunca imaginé lo importante que podía llegar a ser- y sesiones de gimnasia. Mi objetivo es terminar en los primeros lugares y pienso que eso es posible”, dice Cristóbal.

Las proyecciones de Cristóbal son enormes, si conseguimos lo necesario, él podría hasta ganar el Dakar en su categoría y luego rankear top 10 en el mundial que se viene en Marzo de 2018.

De ahí en adelante, quienes nos acompañen serán parte de uno de los desafíos más grandes que habrá realizado un piloto chileno a nivel mundial y esto estará siendo documentado para la realización del primer docureality de un corredor del Dakar, mostrando además de destreza, la desesperación, el agobio y el riesgo constante de perder la vida en cada kilómetro.

Más antecedentes

 Este piloto chileno seguía la carrera por TV desde hacía décadas, fascinado con motos como la Africa Twin y con ídolos como Ari Vatanen. Aunque andaba en moto y bicicleta, Cristóbal veía el Dakar como un objetivo demasiado lejano.

Con la carrera ya en Sudamérica decidió ingresar en la organización del Dakar y trabajó durante cuatro años como rescatista de los competidores que se pierden o sufren retrasos en las dunas.

Luego decidió estudiar Ingeniería Mecánica, carrera que le permitió seguir corriendo y trabajar para alcanzar uno de sus más grandes sueños: correr en el Dakar.

En 2015 finalmente pudo debutar gracias a que ganó el premio wildcard (comodín en inglés e inscripción gratis para el Dakar, otorgada por ASO organizadores del evento) y logró un meritorio 51º lugar en clasificación general de esta prueba.

En 2016 un serio accidente lo dejó fuera de la carrera, con algunas costillas rotas y su moto inutilizada. En 2017 logró finalizar la carrera en el lugar 65.

“Lo primero que hice cuando entré a trabajar fue juntar plata para comprar una moto, comencé a correr y seguí obteniendo buenos resultados. Eso yo creo que es talento, no me costaba correr. Siempre me pregunté por qué algunas personas podían hacerlo y yo no… eso fue una motivación constante para alcanzar mis objetivos” explica Cristóbal.