El fútbol mundial está lleno de mitos, creencias, “libritos” y lugares comunes que forman parte de la vieja escuela que aún nos acompaña a pesar de la enorme evolución que vivimos. En nuestros días, el fútbol moderno es producto de una verdadera revolución que impacta la industria y a sus protagonistas.

Dante Comiso

El futbol es ciencia, técnica, arte y oficio que se aprende en la cancha y en la academia formativa de la nueva era donde sobresalen talentosos ex jugadores que han ido marcando su nueva impronta en la dirección técnica. Hoy examinamos en esta columna uno de los factores críticos del desempeño de un director técnico: El Liderazgo de su Equipo.

Hoy existe abundante conocimiento teórico y práctico que los Entrenadores están incorporando en sus procesos formativos y en las estrategias de comando técnico en los clubes donde se desempeñan.  No podemos abarcar un análisis demasiado amplio de todo el espectro conceptual pero nos concentraremos en tres factores claves y en uno en especial que hace la diferencia, su liderazgo.

El éxito de un director técnico está radicado en el manejo talentoso de una serie de factores que podemos clasificar en tres grupos: calidad de su plantel; estratégica y táctica de juego y liderazgo del equipo.

El conocimiento acabado de todos los factores determinantes, la sabiduría para aplicarlos en cada una de las distintas situaciones que vivirá al mando de un plantel y en la relación con cada jugador son esenciales para conseguir una cohesión. Éstas serán las armas que acompañarán a un director técnico durante toda su carrera.

En estos días en que en el medio se comenta el rendimiento de Universidad de Chile y los dardos se dirigen hacia su entrenador Frank Kudelka, vale la pena preguntarse qué no ha hecho bien, en qué ha fallado y cuáles han sido sus errores. Ciertamente es difícil pensar que se trate de un problema de experiencia o de conocimiento.  ¿Qué determina que un entrenador que hace poco tuvo notable éxito en su pasada por Talleres de Cordoba en la competencia argentina que es mucho más competitiva que la liga chilena y que hoy está siendo cuestionado por el rendimiento reciente de su equipo, eliminación de Copa Libertadores y el magro empate en el debut del torneo contra Cobresal

Puede ser que la variable débil de Kudelka esté en su plantel de jugadores, contando con buenos elementos, pero que no estén todos a la altura del rendimiento deportivo que se espera en uno de los grandes de Chile. No sólo hablamos del talento futbolístico que deben tener los jugadores, sino también de la mentalidad y personalidad que deben poseer para poder gravitar en la alta competencia y  así cosechar victorias cada domingo por jugar en un equipo importante.

Sobre la estrategia y táctica de juego podemos tener diferentes apreciaciones y dependerá mucho del paladar futbolístico, pero para un club como la U sin duda que el planteo debe ser de un equipo ofensivo, ganador y mortífero con sus rivales dotado de las armas para derrotar a sus rivales cada fin de semana. Es lo menos que esperan los aficionados azules y de cualquier club importante del mundo.

Sin embargo, el liderazgo es el punto de inflexión. El liderazgo es la conjunción de todos los demás factores pues ninguno por si sólo permite el éxito. Puedes tener buenísimos jugadores, una excelente estrategia; pero si no se tiene el liderazgo  que la conduzca y ponga en escena no se conseguirá nada importante.

El liderazgo le permitirá al director técnico comunicar e influir a sus jugadores la idea de juego, su filosofía, sus conceptos, la mentalidad de ataque y, sobre todo, los métodos de entrenamiento, preparación y  juego que  le darán la fórmula del éxito para la victoria.

Pero el liderazgo también le dará las claves para dirigir adecuadamente al grupo, cohesionarlo, generar espíritu de equipo y manejar los conflictos derivados de la convivencia, los egos mal encausados, el individualismo e incluso la indisciplina que a veces producen las “estrellas” que se desenfocan del interés colectivo del equipo.

Un director técnico debe aplicar un estilo de liderazgo situacional sustentado la autoridad que le impone su cargo basado en su conocimiento, en su visión, en su experiencia técnica, en su persuasión y sobre todo en la madurez que tenga para enfrentar las presiones y complejidades propias del alto rendimiento en general y del futbol en particular.

Es usual ver a entrenadores que exacerban el autoritarismo dentro de los planteles y que generan un ambiente cargado de tensión que no ayuda al espíritu y ambiente para producir altos rendimientos.

Incluso algunos directores técnicos se confunden en su postura asumiendo estilos soberbios, llenos de ego, con postura de “divos” creyéndose que ellos son las estrellas en lugar de los jugadores y produciendo roces en la relación con sus pares, los propios jugadores y  también con la prensa.

Un verdadero entrenador líder se caracteriza por ser una persona emocionalmente estable, de muy buen trato, modesta, educada, accesible, respetuosa y potente en su comunicación interpersonal. Hemos tenido varios ejemplos en esta línea tales como Beñat San José, Martín Palermo, Hugo Vilches y otros que se nos pueden escapar. A veces es normal escuchar en los círculos de las salas de prensa que puedes tolerar un director técnico “pesado” pero que sea realmente una estrella y tenga los palmares que rebalsan de gloria, como Guardiola, Mouriño, Klopp o Angeloti, Pellegrini.

Sabemos que existen los códigos de camarín y es muy raro que un futbolista reclame abiertamente del liderazgo de su entrenador, pues sería casi un suicidio salvo que se trate de un crack  como Messi, Ronaldo,  Dybala, Pogba, Mbappé, Neymar u otros de esta talla que pueden darse  esos lujitos.

Es claro que los entrenadores con un liderazgo sólido obtienen mejores rendimientos de sus equipos versus quienes son pobres en esta faceta de la dirección técnica. Basta con ver lo logrado por Marcelo Gallardo en River Plate o Francisco Bozán en Universidad de Concepción.

Está ampliamente comprobado que un liderazgo distante, poco afectivo, castigador, de poco apoyo, que culpa, que no enseña, que descalifica, que se olvida de lo que le pasa al jugador cuando pierde confianza, que se olvida de las presiones que tiene un jugador que no es titular cuando sale a la cancha, que se olvida de lo que se siente cuando eres juvenil y no te dan oportunidades reales, que se olvidan que el espectáculo lo pagan los seguidores e hinchas, finalmente fracasan.

Ni jugadores ni entrenadores deben olvidar que se deben a sus aficionados y que su liderazgo será un factor determinante para el éxito de la banca y del club. No sabemos qué pasará con Kudelka, pero algo de esto puede estar sucediendo.