Luchar por ser un deportista de elite trae consigo mucha frustración y sacrificios a veces. Si a esto lo llevamos a ser un peleador de MMA profesional y viajar por el mundo peleando en el octágono, el desafío y la cuesta para llegar a la cima es casi el triple. A continuación te compartimos la historia de superación del argentino, Santiago Ponzinibbio. Revisa aquí un nuevo Testimonio PD.

Camilo Zavala P.

Santiago Ponzinibbio nació el 26 de Septiembre de 1986. Tiene 31 años y es oriundo de La Plata, Argentina. Se encuentra el décimo puesto de peso Welter. En la ciudad de las diagonales conoció las artes marciales. El boxeo y posteriormente el kick boxing fueron sus primeros acercamientos a los deportes de contacto.

Hasta los 17 años, sus puños los combinaba con el scrum y la ovalada. En La Plata Rugby Club fueron testigo del hambre de victoria de Gente Boa. Años después practicó Lucha Grecorromana pensando en ser peleador profesional de las MMA.

Tras un recordé de siete victorias en su país, se fue de vacaciones a Brasil para entrenar. Un viaje sin retorno y que construyó a un verdadero guerrero que espera una oportunidad por pelear el título mundial de peso welter.

Lamentablemente, hace unas semanas se conoció la deserción de Santiago para el Fight Night Santiago. En una sesión de entrenamiento de Brazilian Jiujitsu, el trasandino se lesionó su mano izquierda y quedó descartado para la gran velada que será este 19 de mayo en el Arena Santiago.

Aún así, su historia es digna de destacar. Te presentamos a continuación un nuevo Testimonio PD.

¿Cómo te describirías como luchador del UFC?

“Soy un luchador agresivo. Salgo a mostrar las manos, a terminar las peleas. Las mayores de mis peleas las gano por K.O.”

¿Cuál es tu principal objetivo en la división de peso Welter?

“Estoy peleando para ser campeón del mundo. Estoy preparado. Sólo estoy esperando la oportunidad. No me quieren poner a disputar títulos y me ponen peleadores, no importa. Yo los voy a bajar. No voy a parar hasta ser el primer campeón del mundo sudamericano de la UFC”.

¿Qué opinas del UFC?

“El UFC es el deporte que más crece en la historia del deporte. No es diferente en Sudamérica. Cada vez que voy a Argentina hay muchísimos gimnasios, escuelas, más peleadores. El nivel está subiendo cada vez más”.

¿Cómo crees que será la recepción del UFC en Santiago de Chile?

“Esto va a explotar. El próximo sábado verán la diferencia. Si en la TV ya aparece llamativo, cuando ves un evento en vivo, se te pone la piel de gallina. Hay mucha adrenalina. Le va a gustar mucho a la gente. Chile es un país hermoso. La gente es espectacular”.

¿Cómo te mentalizas cuando estar a punto de entrar al octágono?

“Mano dura en la cara. Nadie se acerca a mí. La gente no me derriba, ni me toca. Yo me muevo más rápido. Me muevo mejor que todos en esta división. Voy a mover mis manos. O lo noqueo o lo desfiguro. Yo peleo con alma y vida en el octágono. O salgo muerto o mato a un oponente. Es así”.

¿Cómo es la caballerosidad dentro de un deporte tan rudo como las MMA?

“No lo sé. Yo hablo por mí. Yo soy un atleta que tiene respeto y hace su trabajo bien hecho. Cuando entro a pelear, esa es mi actitud. Salgo a noquear porque es lo que hay que hacer para ganar la pelea. Es él o sos vos. A mí nunca me van a ver peleando al 50 %. Yo cuando entro allá adentro es todo o nada. Yo me rompí el brazo una vez y seguí peleando. Me rompí el brazo en 10 partes pero no me rindo nunca”.

¿Dónde queda el fair play ante tanta brutalidad?

“El fair play está siempre. Nunca voy a hacer ninguna maldad ni nada sucio. Esto es muy diferente. Yo soy un profesional, voy a todos lados a ganar porque es mi trabajo. No tengo nada personal con ningún rival. Quien se me cruza, es mi oponente. Es la ley de la selva esto”.

 

Cuando comenzaste en esto, viajaste a Brasil para hacerte un espacio en este difícil mundo de la UFC. ¿Cuéntame un poco, cómo empezó toda esta aventura?

“Yo empecé en Argentina. Allí hice mis primeras 6 peleas y quería aprender más de esto. Estaba todo muy crudo en Argentina y todo era muy limitado. Entonces allí me dije: “me tengo que ir a algún lugar a buscar conocimiento”. Como no tenía plata, un amigo me pagó el pasaje y nos fuimos para Florianópolis, Brasil. Me fui para buscar algún lugar para poder entrenar”.

 

Cuando llegaste, ¿cómo conseguiste dónde entrenar?

“Y cuando llegué, me fui a la playa. Allí vi a un chabón (una persona) que tenía una remera de BJJ y le pregunté dónde entrenaba. Fue así como empezó todo. Así de utópico. Ya en el Dojo me querían cobrar. Yo no tenía ningún mango (dinero). Hasta que conocí a un chico macanudo que me empezó a dar clases cobrándome un precio razonable. En ese momento eran como 50, 60 reales”.

¿El te cobraba o le pagabas manteniendo la limpieza, el orden, etc?

“No. Él me cobraba un dinero pero era muy bajo. Le daba bastante atención porque las clases eran particulares. Yo agarré esto y me fui a buscar trabajo a un par de bares. Empecé a trabajar en la calle a hacer plata con lo que podía. Con eso pude pagar mis primeros entrenamientos. Desde ahí, no volví más. Viví durante 7 años en Brasil. El comienzo fue duro. Pasé casi dos años sin llamar a mi madre porque no tenía plata para pagar la llamada ni nada. Cuando entraba pagaba 15 minutos y me cortaba. Lloré mucho porque no tenía más plata para poder conversar más”.

Durísimo.

 “Sí, fue re duro al principio. Por suerte, siempre tuve en momento que quería evolucionar en mi deporte. No perdí el norte nunca. Le metí con todo y por suerte, conseguí abrirme camino, ganar buenas peleas. Después conseguí los papeles para poder trabajar. Luego conseguí sponsor y dejé de trabajar. Fui creciendo de a poco hasta conseguir un cartel de 18 victorias en Brasil. Después de vivir 4 años allí, logré entrar al reality show del UFC de aquel país. Me anoté por si las moscas porque era sólo para brazucas. Después me dijeron que quedé y allí empezó el sueño”.

¿Qué siguió después?

“Después llegué a la final del reality. En la semi, me rompí el radio en 10 partes y aún así gané la pelea. Después no pude pelear la final y mi rival terminó ganando el reality. Luego tuve un contrato del UFC en Estados Unidos y todo se empezó a dar. El sueño se estaba haciendo realidad. Desde hace 4 o 5 años que estoy viviendo en los Estados Unidos y nunca paro de buscar la evolución del deporte. No paro de seguir intentando crecer y ahí estamos en la pelea”.

Más allá de perfeccionar la técnica, en qué momento te das cuenta que estás logrando el objetivo de ser luchador profesional. ¿Cuando entras al reality o cuando ya estás entrenando y ves que estás aprendiendo cosas nuevas?

 “Mira yo creo cuando a veces los resultados no se están dando, hay mucha gente que desiste. La vida del deportista es muy dura, muy sacrificada. Es una realidad que a veces cuando no nos va bien, hay que hacer otras cosas. Hay que vivir, viste. Es muy difícil. La verdad que el secreto es nunca darse por vencido y seguir aferrado al trabajo duro, a la constancia. Eso es lo que da resultado. Eso es lo que hace la diferencia. El secreto es ese. Pasa que hay veces en que es muy difícil poder hacer eso cuando uno tiene otras responsabilidades. Entonces, cuando los resultados no caen, uno termina decidiendo mal. Pero te vuelvo a reiterar, el secreto para ser ganador es el trabajo y la constancia”.

 Durante esa estadía en Brasil, ¿alguna vez te falto para comer?

“Mirá, varias veces me faltó dinero para comer después de entrenar. Muchas veces después de entrenar, llegaba a la pieza, me llenaba la panza con una botella de agua y me iba a dormir. Así seguía los días. Me pasaron cosas muy duras en Brasil por creer en mis sueños y pelearla. Yo siempre en Argentina tuve un plato de comida en la mesa. Pero yo busqué este sueño. Fue decisión personal, lo encaré sólo. Le puse huevos y lo fui a a buscar con todo”.