Michael Phelps es uno de los grandes referentes y materia de estudio obligada para el alto rendimiento. El deportista más laureado en el olimpismo es un ejemplo de disciplina, perservancia y sobre todo trabajo. Un caso aplicable no sólo a la natación, sino que también a cualquier actividad deportiva o incluso a la vida cotidiana.
PD Chile
El tiburón de Baltimore, Michael Phelps, señaló en una entrevista que su método para ganar todas las medallas que ganó estaba enfocado principalmente en marcar la diferencia con sus rivales a través del entrenamiento.
Mientras los otros nadadores entrenaban 6 días a la semana, Phelps entrenaba los 7. Todos los días estaba nadando o implementaba algún trabajo dentro de una alberca. Sacando cuentas, al año ya le sacaba 52 entrenamientos más a sus principales competidores como lo eran Ian Crane, Ian Thorpe o el holandés Pieter Van de Hoogenband.
Los 52 días más que los demás quedan detallados en el libro “Sólo una cosa”, del autor Gary Keller. Allí, el exatleta le sostiene al escritor que “sólo debes enfocarte en algo que sea estratégicamente clave”. Debe ser una actividad que sea la que desate los resultados.
El efecto dominó
Phelps destaca el efecto dominó de las cosas u objetivos, y en donde se hace el simil con el juego de mesa; en el cual una pequeña ficha puede ser capaz de mover a una ficha más grande y ésta a su vez otra más grande.
No obstante, todo empezó por la parte pequeña. En el caso del estadounidense, su pieza pequeña y clave era entrenar. Si el tomaba vitaminas, proteínas o suplementos y no entrenaba, eso no serviría de mucho. Si el se alimentaba bien, pero no te entrenaba no serviría de mucho.
Si le ponían al mejor coach del mundo, pero él no entrenaba; tampoco serviría. El entrenamiento era su clave para el éxito. Una lección que perdura hasta la actualidad y puede ser aplicable en todos los segmentos de la vida.