La temporada de verano está en pleno en desarrollo y con ella las vacaciones de estudiantes y jóvenes. Muchos no saben qué hacer o adónde ir, sin gastar mucho dinero. Hoy te presentamos una alternativa gratuita en donde interactuarás con la naturaleza, harás ejercicio y finalmente tendrás un increíble chapuzón. Chequea la aventura en la que uno de nuestros redactores se adentró en la precordillera y vivió en carne propia una pequeña expresión del deporte outdoor.

Camilo Zavala P.

Se sabe que Chile es un país con distinta variedad de paisajes gracias a su extensa y diversa fisonomía. Sólo en Santiago, hay más de 20 senderos aptos para principiantes que buscan caminar por las montañas.

La siguiente historia es una observación directa de uno de estos “paseos”. Sí, lo pongo entre comillas, porque más allá de crear el panorama entre amigos y aventurarse en el objetivo de llegar a la cumbre, es mucho más que eso.

Es sufrimiento, es deshidratación, es calor, es naturaleza y sobre todo: vida salvaje. El fuerte sonido de los bichos, pájaros y árboles es simplemente majestuoso y deja atónito hasta al más sedentario de los aventureros.

El plan y el registro

Hace unos días nos llamó a la redacción de Panorama Deportivo, una chica de 29 años que se identificó como Gabriela. Ella estaba al tanto de todo nuestro trabajo y quería invitarnos a vivir la experiencia del deporte outdoor desde el lado más amateur.

Huevos duros, zapatillas, bidones de agua y todo el cocaví necesario para soportar el ascenso a la Cascada San Juan era parte de ese amateurismo que nos proponía Gabi. El desafío era bonito y a la vez desafiante. Un paseo que para los más entrenados en el trekking que dura aproximadamente una hora y media, para nosotros duró casi tres horas.

El punto de encuentro fue en la entrada al parque Quebrada de Macul de Peñalolén. A eso de las 11.30, Gabriela nos esperaba junto a otra familia y amigos para comenzar la aventura. Antes, cada persona debe registrarse en la portería.

En caso de que nos pase algo, son los guarda parques quienes serán nuestros ojos y piernas para bajar lo más rápido posible del cerro.

Una vez registrados nuestros nombres, comienza la subida. Gabriela va con un grupo de jóvenes a paso rápido. En cuestión de minutos le perdí el rastro cerro arriba. El sol pegaba fuerte sobre nuestras cabezas y sólo el sonido de los bichos ambientaban el ataque a la quebrada.

La pendiente del cerro cada vez se pronunciaba más, lo que hacía parar constantemente a nuestro equipo para tomar aire. El calor era insoportable y las piernas comenzaban a doler. No llevábamos ni media hora de caminata y ya nos cuestionábamos por qué nos metimos en este lugar.

Uno de nuestros acompañantes nos aconsejó que sólo moviéramos las piernas cerro arriba. Y eso fue lo que hicimos. A medida que movíamos las piernas, la flora y fauna cambiaba. El bosque nativo se hacía notar en su máximo esplendor. Una belleza indescriptible y a la que todos pueden acceder en caso de que se lo propongan.

El llanto del Aguilucho y el sonido de la victoria

Ya en la mitad del cerro una pareja de aguiluchos hace un extraño chillido. Al parecer están llorando, no sabemos la razón.

200 metros más arriba, nos encontramos con una joven del grupo. Está al borde de las lágrimas. Su cuerpo no da más. No puede creer su incapacidad para subir el cerro.

Afortunadamente, la chica accedió a seguir cerro arriba con nosotros. Le convidamos agua y una barra de cereal para darle energía a sus piernas. Junto a ella, caminamos por el sendero pedregoso y empinado por casi una hora.  Ya casi estamos bordeando los 2.200 metros de altura y Santiago casi ni se ve.

Distinta variedad de fauna silvestre se puede apreciar durante el ascenso.

Sólo se escucha el sonido del agua correr. Aquel sonido nos motivaba a seguir subiendo. Sabíamos que el premio mayor estaba cerca. No podíamos abandonar, ni menos volver con el sabor a derrota.

Ya casi al final del sendero, la Cascada San Juan se hace sentir. El viento por la quebrada mueve los árboles y la pendiente del camino comienza a bajar. Era la señal clara de que la victoria estaba cerca.

La joven que hace algunos minutos lloraba desconsolada, ahora corre. Lo único que quiere es zambullirse en los pozones.

Luego de casi tres horas de ascenso logramos llegar al torrente. Un verdadero jacuzzi natural a los pies de la falla de San Ramón que refresca, energiza y relaja a cada uno de sus visitantes.

Llegó el tiempo de chapotear y compartir junto al grupo. Por dos horas parecíamos casi una comunidad que tomaba sol y jugaba en el agua como si tuvieran 5 años. A medida que se va asomando la sombra en la afluente, cada persona comienza a emprender la retirada para volver a la rutina santiaguina habitual.

Consejos

Si planeas ir a la Cascada San Juan, debes considerar varios aspectos que beneficiarán tu aventura:

  • Agua: Te recomendamos llevar cinco litros por persona. El paseo dura dos horas aproximadamente de subida y una hora y media de bajada. Estamos en verano, por lo que tu cuerpo necesitará mucha agua para poder moverse.

 

  • Calzado especial: Procura llevar zapatos especiales de montaña. Ojalá con caña alta. Así tendrás mayor adherencia en el ascenso y al descenso te cuidarán de no doblarte un tobillo.

 

  • Comida: Para ir a la Cascada debes considerar tres raciones de comida por persona. Una es para subir a la cascada, ya que el gasto energético es alto. Luego, puedes optar por un pic-nic mientras chapoteas en el agua. Finalmente, debes tener en cuenta guardar raciones para el descenso ya que allí es cuando el cuerpo está más extenuado.

 

  • Basura: Este último punto es el más importante. Si bien hay basureros delimitados por los Guarda parques en algunos sectores, esto no es suficiente. Por ende, te recomendamos que lleves una bolsa de basura para tus desechos. En caso de que te encuentres con alguna botella o bolsa plástica en el camino, recógela. No cuesta nada. Cuidar este hermoso lugar depende todos.